De las últimas semanas me quedo con dos noticias
relacionadas con la malversación de fondos públicos: la primera es la dimisión
de Carlos Dívar, presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del
Tribunal Supremo tras el escándalo de sus viajes. Y la segunda es que los
senadores ahora quieren smartphones de lujo.
Vamos con el caso Dívar, un hombre ejemplar que predica con
el ejemplo de buenas prácticas y austeridad. Resulta que la máxima autoridad
del poder judicial cargó a este órgano público –que somos todos- 28.000 euros en
concepto de “viajes oficiales” que realizaba los fines de semana. Tras un largo
y duro mes de presiones, el señor Dívar se ha visto forzado a dimitir. Tras
malversar fondos públicos ahora lo que me llama la atención es que no es
delito, no se le puede reclamar ese dinero que hemos pagado todos. Ha sido
suficiente con dejar su cargo voluntariamente, ahora, lo de devolver el dinero
ya es una cuestión moral.
Otros protagonistas de la actualidad han sido los senadores,
quienes piden 300 smartphones de gama alta con acceso a Internet y 140 móviles
con prestaciones básicas. Ha sacado a concurso la contratación de servicios de
telefonía móvil por 1,6 millones de euros. Así lo publicaba la semana pasada el
diario Cinco Días. Y resulta que como los móviles se pasan de moda tan rápido
hoy en día, los terminales se renovarán cada 2 años. Otros que predican con el
ejemplo de austeridad.
Casos como estos se han visto muchos, y tantas cosas que no sabemos… Esta situación me lleva a pensar, que cuando unas personas tienen un cierto poder y estatus social (y económico), pueden permitirse aprovecharse así del resto de la población sin que conlleve esto ningún castigo para ellos. Hablar de castigo, no considero que sea devolver el dinero, eso me parecería algo lógico y evidente que se tendría que hacer y no se hace. ¿En que país vivimos?, todavía no lo se. Eso sí, que a una persona “pobre” (comparado con estos, podría ser una de clase baja o clase media), no se le ocurra ni robar una bandeja de carne en un hipermercado para dar de comer a sus hijos, crudo lo tienen estos. Existen muchos ejemplos semejantes en este país, pero a ésas personas nunca les va a pasar nada, y nunca se les va a pedir ni una parte de lo que deben, es curioso.
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