Los casos de suicidios motivados por la crisis están
empezando a salir a la luz, que no quiere decir que no se lleven produciendo
desde hace tiempo, pero se han silenciado para no crear alarma social.
Los últimos casos seguidos de suicidio por desahucio –y los
que no se han hecho públicos- ponen de manifiesto las peores consecuencias de
la crisis económica, que está acabando con las clases medias y está llevando
cada vez a más personas a la pobreza extrema. Gracias al clamor popular este
tema está sobre la mesa y en la agenda del Gobierno.
Ante esta realidad no es de extrañar que las
reivindicaciones de la ciudadanía se hagan oír cada vez con más fuerza y
respaldo a través de protestas como las protagonizadas por los miembros de la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca o Stop Desahucios, las manifestaciones del
15M o del movimiento Rodea el Congreso e incluso con las huelgas generales, que
ya llevamos dos en lo que va de año.
Nos encontramos con un panorama desolador, donde el hurto de
productos de alimentación en los supermercados es la única alternativa que
tienen algunos para comer, con falta absoluta de expectativas de futuro, con
poquísimas opciones a nivel laboral… y por desgracia cada mes las listas del
paro aumentan, las pensiones bajan, los precios se incrementan, los salarios se reducen…
Pero parece que a quién le tiene que llegar este mensaje de reivindicación
ciudadana haga oídos sordos. Desesperanza, falta de dinero, de trabajo, de
expectativas en la vida y otros muchos factores pueden llevar a una persona a
quitarse la vida, pero en estos momentos la crisis económica es el detonante de
un gran número de casos.
A falta de cifras oficiales -ya que los últimos datos sobre
suicidios del INE son del 2010- el diario 20 minutos ha publicado algunas
cifras que me parecen interesantes resaltar. Por ejemplo en Cataluña los
suicidios aumentaron un 10% el año pasado cuando hubo 541 casos y las
tentativas aumentaron un 21,8%. Pero la comunidad catalana no es la única que
ha obtenido cifras peores que años atrás, los vascos registraron en 2011 la mayor
cifra de muertes por este motivo de su historia con 179 casos. Y este
porcentaje aumentará con la crisis económica, a pesar de que no haya ningún
responsable político que hable de la proliferación de suicidios en nuestro
país. Pero el problema de los desahucios no acaba aquí, sino que hay que tener
en cuenta las consecuencias dramáticas que supone para los niños que sufren
esta situación catastrófica.
Desde el inicio de la crisis, en España los desahucios han
afectado a unas 400.000 familias, que no han podido hacer frente al pago de sus
créditos hipotecarios. Y ante esta situación, la ley española establece que si
una persona no puede hacer frente al pago de la hipoteca, la entidad financiera
prestataria procede a embargar la vivienda. Pero además, se le exige al
individuo seguir pagando la deuda. Una solución a este problema sería aplicar
la dación en pago, que permite a las familias saldar la deuda con la entrega de
la casa. Lo que no hay derecho es que te quiten tu vivienda y encima tengas que
pagar por una “propiedad” que te han quitado los bancos.
Los ciudadanos no dejan de pagar porqué quieren sino por qué
no pueden hacer frente a sus deudas y tal y como se ha comentado “la gente debe
dinero por qué no tiene dinero”. La tasa de morosidad ha pasado del 0,72% en
2007 (antes de empezar la crisis económica) al 9,42% este verano.
Ante el drama social que atraviesan miles de ciudadanos, el
gobierno ha puesto un parche para paralizar dos años los desahucios de colectivos
vulnerables, pero para poder acogerse a esta medida los requisitos no son pocos
(ser familia numerosa, tener a su cargo un menor de tres años, ser deudores en
paro y sin prestación por desempleo, tener una persona con discapacidad o en
situación de dependencia y determinados casos de violencia de género, entre
otros). Misión imposible cumplir estos requisitos, imprescindibles para
acogerse a esta medida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario