Menos nacimientos, un aumento de la esperanza de vida y
emigración al extranjero son las tendencias que caracterizarán la sociedad
española las próximas décadas. Los cambios demográficos que marcarán los años venideros
comportarán la pérdida de una décima
parte de la población dentro de 40 años por lo que según el INE en 2052
habrá 41,5 millones de habitantes –un 10% menos que los 46,2 millones actuales-.
Pero esta no es la única cifra que llama la atención, la
pirámide invertida de la población con una base cada vez más estrecha de recién
nacidos y jóvenes y con una población cada vez más envejecida se traduce en que
dentro de 40 años un 37% de la población tendrá más de 64 años. Este
dato acompañado de la caída de la natalidad en un 24% y del aumento
de la esperanza de vida, que en 2051 se situará en 86,9 años para los hombres y
en 90,7 años para las mujeres -8 y 6 años más que ahora- nos lleva a
plantearnos la sostenibilidad del actual sistema de pensiones y el problema del
aumento de la tasa de dependencia.
Sobre esta última cuestión, el INE calcula que dentro de 10
años la tasa de dependencia será del 58%, lo que implica que por cada 10
personas en edad de trabajar habrá 6 inactivas y dentro de 40 años esta tasa
será del 99%, lo que se traduce que por cada persona en edad de trabajar
habrá otra inactiva.
Si a estas cifras demográficas le añadimos la situación de crisis económica actual, que comporta destrucción de empleo, nos encontramos en que la proporción entre afiliados y jubilados pone contra las cuerdas a la Seguridad Social, que cuenta con un desequilibrio económico. Menos afiliados a la Seguridad Social y más paro significa menos ingresos y más gastos, tanto para pagar las prestaciones por desempleo como para pagar las pensiones. En España, la relación entre cotizantes y pensionista sigue bajando y en octubre se situó en el 2,36, el nivel más bajo desde 2002. Es decir, por cada pensionista hay 2,36 afiliados a la Seguridad Social (incluidos parados), si descontamos estos últimos, el cociente cae hasta los 2,03.
Con estas perspectivas, como dicen nuestros mayores, el mundo al revés.
Si a estas cifras demográficas le añadimos la situación de crisis económica actual, que comporta destrucción de empleo, nos encontramos en que la proporción entre afiliados y jubilados pone contra las cuerdas a la Seguridad Social, que cuenta con un desequilibrio económico. Menos afiliados a la Seguridad Social y más paro significa menos ingresos y más gastos, tanto para pagar las prestaciones por desempleo como para pagar las pensiones. En España, la relación entre cotizantes y pensionista sigue bajando y en octubre se situó en el 2,36, el nivel más bajo desde 2002. Es decir, por cada pensionista hay 2,36 afiliados a la Seguridad Social (incluidos parados), si descontamos estos últimos, el cociente cae hasta los 2,03.
Con estas perspectivas, como dicen nuestros mayores, el mundo al revés.
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